
Poco a poco, las calles se irán llenando de multitudes, pero seguro que con muy pocas ilusiones.
Parece ilógico, pero desde hace unas semanas las calles tristes de lluvia lucen sus galas de fiesta. Las ciudades se atavían con adornos navideños. Guirnaldas, luces de colores, adornos brillantes que con sutileza envuelven las mentes con ideas de consumo.
Los precios se elevan casi al doble. Todo efectúa un cambio grotesco y sin ningún tipo de cautela. Los ciudadanos, como si fuesen seres sin capacidad de discernimiento, se entregan a la ardua labor de comprar incansables lo innecesario.
El pasear por las tardes y tomarte un simple café con los amigos, pasa a convertirse en una acción arriesgada, pues ya todo está masificado… el centro plagado de prisas, de escaparates luminosos que con su juego de luces intentan seducir a los ajetreados compradores.
Parece ilógico, pero desde hace unas semanas las calles tristes de lluvia lucen sus galas de fiesta. Las ciudades se atavían con adornos navideños. Guirnaldas, luces de colores, adornos brillantes que con sutileza envuelven las mentes con ideas de consumo.
Los precios se elevan casi al doble. Todo efectúa un cambio grotesco y sin ningún tipo de cautela. Los ciudadanos, como si fuesen seres sin capacidad de discernimiento, se entregan a la ardua labor de comprar incansables lo innecesario.
El pasear por las tardes y tomarte un simple café con los amigos, pasa a convertirse en una acción arriesgada, pues ya todo está masificado… el centro plagado de prisas, de escaparates luminosos que con su juego de luces intentan seducir a los ajetreados compradores.
Todo ello me hace pensar en que soy un ser ext
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raño, alguien a quién toda la parafernalia que se prepara en estos días le sigue pareciendo hipócrita. Me niego a servir a un dios llamado consumismo, aunque lo vistan con ropas de niño Jesús.
Aminoro mis pasos en esta desenfrenada carrera, y reflexiono sobre una cuestión que pocos se plantean. Pensando en cómo lo auténtico pasa a ser artificial cuando lo filtramos por los cánones de esta sociedad. De cómo unas fechas en las que se debiera tomar tiempo para meditar en ese Dios que se hizo niño y que nació para regalarnos la esperanza de una vida eterna, ha quedado resumido a una pequeña reseña de un imaginario belén.
Poco a poco, las calles se irán llenando de multitudes, pero seguro que con muy pocas ilusiones, porque tras las luces que los iluminan sólo cobijan una opacidad inmensa ¿De qué sirve sensibilizarse en estas fechas con los desfavorecidos, si el resto del año dejamos que queden en el más absoluto olvido?
En estas fechas como cada año, intentaré vivir una Navidad genuina, sin caer en tradiciones; derramando con cada frase, con cada gesto, un poco del Jesús que mora en mi. Ansiando vivir con sencillez estos momentos, derramando sin egoísmo la esencia de la verdadera Navidad que habita en mi corazón.
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raño, alguien a quién toda la parafernalia que se prepara en estos días le sigue pareciendo hipócrita. Me niego a servir a un dios llamado consumismo, aunque lo vistan con ropas de niño Jesús.
Aminoro mis pasos en esta desenfrenada carrera, y reflexiono sobre una cuestión que pocos se plantean. Pensando en cómo lo auténtico pasa a ser artificial cuando lo filtramos por los cánones de esta sociedad. De cómo unas fechas en las que se debiera tomar tiempo para meditar en ese Dios que se hizo niño y que nació para regalarnos la esperanza de una vida eterna, ha quedado resumido a una pequeña reseña de un imaginario belén.
Poco a poco, las calles se irán llenando de multitudes, pero seguro que con muy pocas ilusiones, porque tras las luces que los iluminan sólo cobijan una opacidad inmensa ¿De qué sirve sensibilizarse en estas fechas con los desfavorecidos, si el resto del año dejamos que queden en el más absoluto olvido?
En estas fechas como cada año, intentaré vivir una Navidad genuina, sin caer en tradiciones; derramando con cada frase, con cada gesto, un poco del Jesús que mora en mi. Ansiando vivir con sencillez estos momentos, derramando sin egoísmo la esencia de la verdadera Navidad que habita en mi corazón.