En el Valle de huesos secos


¿Podrán volver a vivir?
Por Marcos Felipe

El tema de traer vida a seres extintos es algo que la ciencia hace rato viene intentando. Cada vez que se encuentran restos bien preservados de un animal desaparecido hace tiempo, siempre está la posibilidad (dicen los científicos) de extraer algo de su ADN y a partir de ello, tratar de ver si se puede hacer revivir a la especie la que el animal pertenece. Todo cobró más empuje desde que Michael Crichton publicó sus novelas “Parque Jurásico” y “El mundo perdido”, las que fueron llevadas a la pantalla por Spielberg, despertando el interés del gran público. Pero lo cierto es que por ahora, traer a la vida un organismo sin vida está en el área de la ciencia-ficción.
El profeta Ezequiel se vio ante un panorama de desolación y muerte en su famosa visión del valle de los huesos secos (Ez 37.1-14) ya él se le preguntó también “¿Podrán volver a la vida?” (vs 3). Vamos a tratar de ver que es lo que el profeta vio y que significaba esa visión y quizás saquemos algo que podemos aplicar en nuestras vidas

1. Lo que Ezequiel vio (1, 2)
a. Huesos esparcidos. Los huesos son vitales para la supervivencia de todo organismo vertebrado y desde ya para los seres humanos. Pero por si solos son sólo significado de muerte y esterilidad. Cuando alguien quiere simbolizar a la muerte por medio de un dibujo, seguro que dibujará un esqueleto o parte de él.
b. Huesos secos. No solamente huesos, sino huesos totalmente despojados de todo lo referente a la vida. Nada más desolador que observar us esqueleto, porque sabemos que alguna vez allí hubo vida, pero ya no más.

2. Lo que esos huesos eran (11)
a. La casa de Israel. El cuadro se torna más desolador cuando comprendemos, junto con Ezequiel, que esos huesos son lo que queda del pueblo de Dios. Una vez llenos de vida del Señor, en ese momento eran semejantes a huesos muy secos.
b. La causa de su estado. El pecado recurrente de la infidelidad a Dios, el querer ser igual a los demás, despreciando la santidad divina y una rebeldía crónica. Eso llevó al pueblo de Israel a ese estado y eso puede llevar a cualquier creyente a un estado similar: vacío, muerte y esterilidad

3. Lo que se le pregunta al profeta (3)
a. ¿Podrán volver a tener vida? El panorama y la lógica parecían indicar que no cabía la posibilidad de vida en ese valle.
b. La respuesta de Ezequiel la podemos parafrasear de la siguiente manera “Humanamente hablando, no parece que puedan volver a vivir. Pero vos sos el Dios Todopoderoso y vos sabés si querés hacer eso o no”. El profeta sabía que Dios puede poner vida allí dónde parezca que ya no hay posibilidad de ello. Es un Dios de poder y un Dios creativo y puede dar vida a lo que quiera. Aún a un pueblo o a un creyente rebelde.

4. Lo que se le pidió al profeta (4-6, 9)
a. Anunciarles a los huesos. Por más raro que le haya parecido tal pedido al profeta, él debía declararles a los huesos que Dios iba a hacer algo por ellos.
b. Declararles el poder de Dios. Ellos no iban a recobrar su vida por si solos; era el poder de Dios el que lo iba a hacer. Y la vida viene a nosotros por el ministerio poderoso de la Palabra de Dios y por el poder del Espíritu Santo de Dios. El profeta hizo lo que se le pidió. Dios hizo lo que el profeta anunció

5. Lo que Dios hizo.
a. Los formó otra vez (7, 8) Recordemos que eran huesos esparcidos por el campo. Pero el poder de Dios los vuelve a juntar ya a poner tendones, carne, piel, allí donde antes había solo huesos. Pero aún pareciendo vivos seguían muertos.
b. Les dio vida (10) Los cuerpos cobraron vida y fuerza cuando el Espíritu de Dios entró en ellos para moverlos. El soplo de Dios nos da vida al nacer, pero el Espíritu de Dios nos trae la Vida de Dios a nosotros. Un creyente que no se deja dominar por el Espíritu Santo, puede parecer vivo, pero al fin de cuentas tiene tanta vida como esos huesos del valle.
c. Los restableció en su bendición (11-14) Dios no sólo quería hacer que su pueblo viva, sino que quería bendecirlos, volver a tener esa relación que el pecado del pueblo rompió. Y eso mismo puede hacer por cualquier hijo de Dios que otra vez venga a la vida espiritual al escuchar la Palabra de Dios y dejarse llenar por el Espíritu.

Conclusión: La pregunta que se le hizo al profeta la podemos hacer hoy a la presente generación de cristianos “¿vivirán?”. O mejor, me la puedo hacer a mi mismo “¿viviré?”. La respuesta será “si” si dejamos que el Espíritu nos vivifique, viviendo la vida que Dios nos propone y dejando de lado todo lo que el mundo nos propone y que sabemos está en contra de la voluntad de Dios. Pensá otra vez como llegó Israel a ese lamentable estado. Ojalá entonces que no sólo aparentemos vida, sino que estemos vivos para Dios.