A solas con Dios

LEER::: ( Juan 17 ) , ( 1º de Reyes 8 ) y ( Salmo 79 ) Uno de los grandes problemas para los deportistas es concentrarse en el esfuerzo de los entrenamientos. Casi todos son capaces de llegar hasta el límite de las fuerzas en la competición, pero en los momentos a solas y el día a día, la tendencia es "dejarse ir". Durante la temporada 2002-2003 fue fichado por el Deportivo de A Coruña, un gran futbolista, JORGE ANDRADE, que pasó momentos verdaderamente difíciles al comienzo de la temporada debido a una grave lesión, pero pudo superarla a base de entrenamiento diario e innumerables ejercicios a solas, siempre sin caer en el desánimo. Las grandes victorias se ganan siempre en él tiempo a solas, en el entrenamiento, en las prácticas interminables. Algo muy parecido ocurre en nuestra vida cristiana: tiempo a solas con Dios es el secreto. Y fíjate bien que he escrito "tiempo". De la misma manera que a nadie se le ocurriría ganar un gran premio con unos minutos de entrenamiento diario, nosotros no tenemos derecho a pensar que nuestra vida cristiana va a ir bien, con unos minutos a solas con Dios. Tantas veces hemos hablado de la importancia de pasar unos "minutos" con el Señor, que ahora da la impresión de que con eso ya basta. No es del todo cierto. No se pueden reconocer sus planes para nosotros en conversaciones de pocos segundos. No se le puede explicar la situación de nuestra vida en cuestión de momentos. Necesitamos pasar tiempo a solas con nuestro Dios. Necesitamos hablar con Él. Mira el ejemplo mismo del Señor Jesús. Ante cualquier decisión en su vida, su respuesta siempre era la misma: "se retiraba a lugares solitarios y oraba" ¡Y a veces toda la noche! ¡Y eso que Él era Dios mismo hecho hombre! Sí Él necesitaba ese tiempo a solas en oración, ¡cuánto más lo necesitamos nosotros! Cuando la situación se pone difícil, necesitamos orar a Dios. Cuando desconocemos el futuro, necesitamos orar a Dios. Cuando algo muy importante va a acontecer en nuestra vida, necesitamos orar a Dios. Cuando hablamos a alguien del Señor, necesitamos orar a Dios. EN TODO TIEMPO, necesitamos hablar con Dios. Una cosa más: fíjate bien que estamos hablando de orar, conversar con Dios. No esos rezos aprendidos que no los entiende nadie. No esos clichés que ponemos siempre delante, en el medio y detrás de nuestras oraciones. Algunas personas pierden el tiempo orando: podrías poner una cinta magnetofónica de sus oraciones y estaría solucionado el problema, porque SIEMPRE dicen lo mismo. No, orar es conversar con Dios: ser sincero y transparente delante de Él. Orar es abrir nuestro corazón a Dios. Orar es hablar con el mejor amigo que tenemos, con nuestro Padre, nuestra Fortaleza nuestro Protector, nuestro Ayudante, nuestro Refugio, nuestro Amor íntimo, nuestro Creador... Él siempre nos escucha. Sólo existe un secreto para lograr la victoria: tiempo a solas con Dios. Vamos. ¿A qué estás esperando?

Ningún momento es más valioso, que el tiempo a solas con Dios