El fuego en el altar


En el Antiguo Testamento había órdenes específicas sobre el tratamiento del altar de Dios. Primero se colocaba la leña, luego se presentaba el sacrificio de un animal, después se encendía y continuamente se mantenía el fuego encendido, lo cual significa que había que ponerle leña continuamente para que no se apague. ¿Por qué era tan importante que no se dejara apagar el fuego? En primer lugar porque era el fuego de Dios, él lo había encendido en el comienzo, y no se podría poner fuego extraño sobre ese altar, cuando algunos lo intentaron fueron muertos. En segundo lugar el fuego ha de permanecer encendido, porque simboliza al fuego del Espíritu Santo en el corazón del creyente. Cuando el fuego se apaga por negligencia, o descuido, se corre el riesgo de caer en la apatía, la indiferencia y perder la pasión por las almas perdidas, y dejar de cumplir con el supremo mandato que es llevar el mensaje a los perdidos, para que se salven y tenga vida eterna."


"¿Cómo podemos mantener el fuego encendido en nuestros corazones? Colocando leña continuamente, en este caso la leña es la palabra de Dios, no solamente leerla, sino estudiarla, meditar en ella, como decía el salmista: Se encendió fuego en mi meditación. Leer la Biblia y estudiarla, no es suficiente para encender el fuego. Como se sopla para que el fuego se encienda, así es necesaria la oración, no una simple oración, como un cumplido para con Dios, sino llevar la oración al punto de ebullición, es la oración sugerida en Efesios 6: 18, “Orando en todo tiempo, con toda deprecación y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia, y súplica por todos los santos” La oración no solo deben ser peticiones, auque el pasaje lo indica, es necesario acciones de gracias, por las bondades de Dios, por su misericordia. Se debe pedir sabiduría para entender las Escrituras, alabar a Dios. Cuando el Espíritu Santo llena la vida, es fácil alabar y glorificar a Dios espontáneamente. Efesios 5: 18-20

Hay una canción que dice: “En el altar de Dios, el fuego está encendido, nadie lo podrá apagar, porque el fuego del Señor, en mi corazón está” Que el fuego se apague es posible, ya le ocurrió a Timoteo un varón de Dios, Pablo le decía: Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti, por la imposición de mis manos, leer 2 Timoteo 1: 6-8. ¿Por qué sabemos que Timoteo había dejado que se apague el fuego? Porque tenía vergüenza de identificarse como cristiano, trataba de pasar lo más desapercibido que fuera posible. Cuando uno llega a este punto es tiempo de arrepentirse y volver a Dios con oración y súplica, pidiendo perdón y proponiéndose no mirar atrás.

Por Salvador Vega