La ciudad de Dios


Muchos filósofos y sabios de la anitigüedad, soñaron con una ciudad o país donde reinara la paz, la justicia, el amor, y todas aquellas condiciones que hacen feliz al hombre. Entre ellos se hallan Platón, Tomás More y otros. Pero ¿Existe o puede existir, tal lugar de ensueños? Pues bien la Biblia, el libro por excelencia, el libro de Dios, nos dice que sí, existe esa ciudad y un día estaremos en ella. Pero como todo lo que se quiere tiene un costo, o requiere de nuestra decisión, así también para poder arribar algún día esa ciudad maravillosa, ese país de ensueños, requiere una decisión: Querer ir a ese lugar. Si se me ofreciera ir a París, Inglaterra, Australia, Canadá o cualquier otro lugar, aceptaría con mucho gusto sin titubear. Sobre todo si es todo pago y por el tiempo que quiera. Bueno eso es precisamente lo que Dios ofrece al hombre, y es más, le ofrece una vida perdurable para que disfrute todo eso y mucho más por siempre.


Usted pregunta ¿Dónde está ese lugar y esa oferta de inmortalidad? Dos sueños largamente acariciados por el hombre, algunos se han hecho congelar cuando estaban muriendo con la esperanza que algún día se descubrirá el remedio o elemente que prolongue la vida en forma infinita. El hombre no es como el escarabajo de la nieve, que puede permanecer congelado muchos años, y volver a la vida cuando el tiempo es propicio. Sin embargo es tan cierto lo que estoy diciendo y tan seguro, que no debemos despreciar la oportunidad. ¿Sabe quien me habló de eso, de ese lugar y de la garantía para llegar allá? Si tu conoces esa Persona ya me estarás diciendo, sí, se quien es, pero si no lo conoces y nunca has podido hablar con él, te digo quien es. Es una Persona muy conocida y amada por muchos y también muy despreciada por otros, por ignorar lo que él ha hecho por ellos. Se llama Jesucristo, que vino al mundo hace mas de dos mil años, enseñó el Camino de la Vida, es más, él dijo que él era el camino de la verdad y de la vida. Puedes leerlo si tienes un Nuevo Testamento, está en Juan 14: 6. ( Leer del 1 al 6 )
Cuando él se estaba por ir, o sea cuando ya se acercaba su muerte en la cruz, y vio a sus discípulos muy turbados y tristes, les dijo: No se turbe vuestro corazón, si creen en Dios crean también en mí, y agregó: En la casa de mi Padre muchas moradas hay, voy pues ha preparar un lugar para vosotros, y si me voy y les preparo un lugar, regresaré a buscarlos, para que donde yo estoy ustedes también estén. Ustedes saben donde voy y saben el camino. Tomás le dijo: No sabemos a donde vas, ¿Cómo podemos saber el camino? Fue ahí cuando les dijo: “Yo soy el Camino, yo soy la Verdad y yo soy la Vida,” nadie viene al Padre, sino por mí. Así para ir a esa ciudad, es necesario entrar por ese Camino, Jesucristo, recibirlo como Salvador y Señor, con un sincero arrepentimiento y confesión.( Romanos 10: 9,10 )
El Antiguo Testamente habla con mucha frecuencia y en distintas circunstancias, de una ciudad celestial, que luego se repite eso en el Nuevo testamento. Veamos los pasajes y lo que dicen, empecemos por el primero:
Isaías 54: 1 “Regocíjate oh estéril, la que no daba a luz, levanta canción y voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto, porque más son los hijos de la desamparada, que de la que tiene marido, ha dicho Jehová”. Esta mujer estéril que se menciona aquí se refiere a la ciudad Jerusalén la del cielo, que en este tiempo está vacía, esperando la llegada de nosotros sus hijos. Por este pasaje nos damos cuenta que siempre existió una ciudad celestial, esperando el momento en que aparecieran los hijos de Dios para que la habiten. Esta ciudad llega ha tener tantos hijos, como las estrellas del cielo y la arena a la orilla del mar. Porque todos los que hemos creído en el Señor Jesucristo como nuestro Salvador, sumamos millares y millones en todo el mundo y en todos los tiempos desde que Cristo vino hasta ahora. En el Nuevo Testamento dice: Mas la Jerusalén de arriba, es la madre de todos nosotros los creyentes en Cristo, y es una ciudad libre, de todos los males que existen aquí en la tierra, ( Gálata 4: 26, 27 ) En otro lugar de dice que Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, ( de nosotros ) porque les había preparado una ciudad ( Hebreos 11: 10, 13-16 ; 12: 22-24 ) Por último el mismo Señor Jesucristo cuando le dio la revelación a Juan, el Apocalipsis, le mostró lo que es esa ciudad. Animo al lector a leer los dos últimos capítulos del Apocalipsis 21 y 22, para ver lo hermosa que es esa ciudad. Y que bueno que el lector esté seguro que va entrar por las puertas de esa ciudad, y si no está seguro, dígale a Dios que lo perdone y reciba a Jesucristo en su corazón como su Salvador personal. Cuando recibimos a Cristo, recibimos la herencia en esa ciudad y el pasaje para llegar allí.

Por Salvador Vega - salvadorvega.blogspot.com