Devocional Diario: Convicción que contagia II

Neh 2.11-18

Ayer habíamos empezado a mirar en lo se transformó después en el comienzo de la obra en Jerusalén. Vimos que lo que determinó que la gente se metiera de lleno en la obra de levantar los muros, fue el ver y escuchar el entusiasmo de Nehemías.

Pero, como siempre suele suceder, al entusiasmo de los hijos de Dios, no tarda en seguir el ataque del enemigo y de todos aquellos que le sirven. En el caso de Nehemías, el ataque vino de parte de aquellos que no querían que la obra en Jerusalén siguiera adelante. La ciudad estaba en ruinas y para ellos era lo mejor que podía pasar. A nuestro enemigo también le gusta vernos en ruina y a la obra de Dios parada, por lo que no escatimará esfuerzos a la hora de poner tropiezos a los hijos de Dios.

Pero es importante que notemos bien la respuesta de Nehemías, ya que en ella, aparte de aclararles al enemigo que la obra no era de su incumbencia, vemos otra vez la convicción que se escondía tras las acciones de Nehemías.

Él sabía que la obra era de Dios, por lo que estaba seguro que sería Dios mismo el que garantizaría el éxito de la operación. Es un factor que debe estar al principio de cualquier planificación que hagamos: saber si Dios viene con nosotros o no. Él nos lo hará saber de diferentes maneras y a nosotros nos corresponde estar atentos a su voz.

Y esa convicción es la que motivó a Nehemías a que, lejos de desanimarse, se pusiera aún con más ganas en la tarea que tenía por delante.
Y esa convicción que vence aún ante la burla y los ataques del enemigo es la que hace que el éxito esté del lado de los que decidieron confiar en Dios, contagiando a todos detrás de un mismo objetivo (leer capítulo 3)

En la práctica: ¿Cómo se muestran tus convicciones ante los ataques del enemigo? ¿Qué podés hacer para saber si lo que querés hacer contará con la presencia de Dios?