Devocional Diario: Convicción que contagia I


Neh 2.11-18

Hay personas que persuaden a los demás sólo con ver el entusiasmo con que encaran sus proyectos. Cuando Napoleón Bonaparte no era más que un oficial subalterno a cargo de la artillería en su sector, tuvo la idea sobre como hacer que los ingleses desalojaran el puerto de Toulón, pero tropezó con oficiales superiores que no querían innovar y que no le iban a hacer caso a este joven. Luego de muchas vueltas, se llevó adelante su plan. Pero en un momento crítico de la batalla, cuando había más para perder que para ganar, miró a sus soldados y les gritó: “Si avanzo síganme, si retrocedo dispárenme”. Sus soldados, al ver la resolución de su joven jefe, salieron al avance y lograron reducir a los ingleses que tuvieron que retirarse vencidos. Fue el inicio de una carrera que, mal o bien, hizo que miles de soldados franceses estuvieran dispuestos a jugarse la vida por esa persona.

En nuestro caso, Nehemías llegó a Jerusalén y recorrió la ciudad sin decirle a nadie lo que Dios había puesto en su corazón. Me imagino el desconcierto que los demás sentirían, al ver a este personaje misterioso que llegó desde Susa (2.16) Ellos no sabían que era lo que él se traía entre manos.

El siguiente paso de Nehemías fue moverlos al trabajo. Y como no siempre los pedidos para trabajar funcionan por si mismos, creo que fue muy sabio de parte de nuestro personaje decir la forma en que Dios se estaba moviendo detrás de la escena y las puertas que Él había abierto.

Eso provocó la inmediata reacción de parte de los que lo escucharon (2.18)
Lo que más va a movilizar a los demás a seguir los planes de tu Dios, es verte a vos mismo convencido y entusiasmado con esos planes.

En la práctica: ¿Sos de los que incentivan a los demás a seguir las ideas de Dios?