Devocional Diario: Mentiras del Diablo I


Ya hemos estado viendo la forma en que el rey Ezequías estaba equipado para enfrentar lo que la vida le tirara encima. Hoy empezaremos a ver el momento en que todos esos valores que adornaban la vida del rey se pusieron a prueba.

El poderoso imperio asirio era la potencia dominante de su tiempo. Eran famosos por sus crueldades y por la eficacia de sus ejércitos a la hora de llevar destrucción. A la hora de meter miedo, eran los mejores, ya que ellos mismos se jactaban de los escarmientos que le daban a los que no sometían a sus deseos: hacer pilas con las cabezas de sus derrotados o “tapizar” las murallas con la piel de los soldados capturados eran algunas de sus “delicadezas”. Ese mismo ejército que había destruido al reino del norte, con Samaria su capital, ahora estaba a la puerta de Jerusalén. Y la “guerra psicológica” no es un invento reciente. El rey Senaquerib mandó a dos de sus jefes a que le dieran un mensaje al rey Ezequías y a todos los habitantes de Jerusalén.

En 2 Reyes 18.19-35, tenemos el mensaje que el enemigo envió para derrumbar las fuerzas del rey y su pueblo. Y una de las cosas que el enemigo decía era algo más o menos así: “No se apoyen en la confianza que tienen en Dios, ya que si vine hasta aquí para destruirlos es porque Dios mismo me lo dijo” (vv 22, 25) y “Se piensan que su Dios los puede salvar, aún cuando los dioses de otras ciudades más grandes no pudieron detenerme” (vv 33-35)

Cierto es que Dios puede usar al enemigo para castigar a su pueblo, pero no era este el caso, ya que el pueblo, con el rey a la cabeza estaba en un momento de renovación espiritual y de inmejorables condiciones con Dios (leer 2 Crónicas 29-31) El enemigo mentía tratando de socavar la confianza del rey.

Y el enemigo puede decirte en momentos de prueba “no ves que Dios no está con vos” “no ves como permite que yo te destruya”. Es en esos momentos que tenemos que recordar en quien hemos confiado para permanecer firmes en nuestra confianza a Dios. Es que aún cuando su pueblo tenga que ser corregido por sus faltas, el Señor asegura “Con un poco de ira escondí de ti mi rostro por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dice Jehová tu Redentor” (Is 54.8)

En la práctica: ¿De qué promesas de Dios te aferrás cuando el enemigo y el mundo te dice que tu Dios te ha abandonado? Si no te ha pasado todavía, es tiempo de que busques en tu Biblia. Consejo mío, Mt 28.20b