Devocional Diario: Blanco del enemigo


Hch 6.8-14

Cuando quise ingresar al Colegio Militar de la Nación (CMN), conocí a un Teniente Coronel, que me ayudó de muchas maneras y que siempre me daba consejos, algunos útiles para saber lo que me esperaba en una carrera militar, y otros que eran para saber “zafar”. Entre estos últimos, me acuerdo que una vez me dijo que lo mejor era no tratar de sobresalir de entre el grupo de los cadetes. Mantenerme al medio en todo era lo “mejor” que podía hacer, así nunca llamaría la atención de mis superiores y podría tener una estadía relativamente fácil en el CMN. Era un llamado a nunca intentar nada que me expusiera a los peligros del mucho reconocimiento. Un llamado a la mediocridad en pocas palabras. Ayer quedamos en que no tenemos que buscar el reconocimiento, y está bien. Pero tampoco tenemos que aspirar a la mediocridad.

Creo que cuando el cristiano busca ser mediocre (digo que lo busca, ya que no es Dios el que lo quiere mediocre) es porque sabe que en cuanto se ponga las pilas será demasiado observado por nuestro enemigo. Es más, incluso solemos decir, con cara de expertos, a los que se quieren comprometer “Vas a ver, en cuanto te comprometas a servir, vendrán los ataques del enemigo” ¡Cómo para que no se desalienten y busquen la comodidad de la mediocridad!

Esteban hizo lo que tuvo que hacer y enseguida consiguió irritar a los que se oponían a la fe, un camino que lo llevaría a la muerte, pero un camino por el que no rehusó ir, a pesar de los riegos.

Es verdad, al enemigo no le gusta cuando el creyente se pone a hacer la voluntad del Padre, pero asimismo es verdad que la mano del Señor está de parte de aquellos que se juegan por destacarse por su fidelidad.

En la práctica: ¿Cuál es tu forma de llevar adelante tu vida cristiana? ¿Te arriesgás por amor de Cristo o preferís vivir en las sombras?