Devocionales Diarios La mano de Dios


Neh 2.5-8

Lamentablemente la frase “mano de Dios” es hoy sinónima, al menos en Argentina, de aquel famoso gol de Maradona a los ingleses en el mundial de fútbol del ’86. O sea que en el inconsciente colectivo, conectamos esa frase con un acto tramposo, que transformó al muy mortal jugador de fútbol en nadie menos que Dios (dios con minúscula para ser veraces) No queda rastro en nosotros de respeto por el nombre de Dios. Tampoco tenemos muy presentes, aún entre los creyentes que la verdadera mano de Dios es la que decide el éxito o el fracaso de nuestros emprendimientos.

Es algo que tenemos que meternos en nuestras mentes y corazones, el hecho de que Dios cumplirá sus propósitos con nuestra colaboración o sin ella. Es sorprendente que la declaración más clara acerca de la soberanía y el poder de Dios provenga de los labios de un rey pagano: ”Su dominio es eterno; su reino permanece para siempre.

Ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tenido en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuenta de sus actos” (Dn 4.34, 35) Él sabia que por más que pareciera un rey poderoso, ante el Dios de los cielos él, con todos sus planes y su grandeza, era como nada.

Y Nehemías sabía esto muy bien por lo que, cuando el rey persa le concedió todo lo que él le pidió, se dio perfecta cuenta que no fue por su locuacidad, ni por otra cosa que no fuera “porque la benéfica mano de mi Dios estaba sobre mí” (2.8)
Él sabía que sólo era el instrumento de una obra que las mismas manos de Dios iban llevando adelante.

En la práctica: ¿en qué cosas diarias ves la mano de Dios en tu vida?