Devocional Diario: El poder que no se ve


Jueces 16.1-21

Hay pronósticos que quedan en la historia por lo desafortunado de sus predicciones. El 18 de junio de 1815 el emperador francés Napoleón, que había vencido en innumerables batallas, aún cuando parecía improbable, escuchó los temores de sus generales, que veían al gran ejército inglés que se les oponía. Ellos habían combatido contra esos mismos ingleses en España y los conocían muy bien, sabiendo que eran soldados de temer. El emperador, un tanto enojado por el temor de sus generales pronunció estas palabras: “Les digo que Wellington (el comandante inglés) es un mal general, que los ingleses son malos soldados y que la batalla será una merienda campestre” Dicho en criollo “Esto va a ser un picnic y los vamos a comer crudos” Para la noche de ese mismo día 30.000 soldados franceses habían muerto y el poderío militar de Napoleón había sido quebrado para siempre. Tuvo que huir para luego ser apresado muriendo en el exilio.

En el pasaje que hoy nos ocupa vemos una escena similar. Vez tras vez Sansón había derrotado a los filisteos. Cada vez que venían contra ellos, él los vencía sin problemas. Por eso, cuando le fue cortado el pelo, no dudó en pensar “Me escaparé como las otras veces, y me los quitaré de encima” (16.20) Al fin y al cabo “los tenía de hijos” como decimos nosotros. Él pensaba que sus victorias se debían a su fuerza irresistible, pero la realidad es que sus fuerzas provenían de otra fuente: de Dios mismo. Por eso, el mismo versículo aclara “pero no sabía que el Señor lo había abandonado” Se confió en sus fuerzas y perdió.

Y nosotros quizás confiamos en lo que sabemos hacer de memoria “ siempre lo he hecho así y me ha ido bien” En nuestras luchas diarias, no es nuestro saber lo que nos garantiza la victoria, sino si Dios está con nosotros o no. Y para saber que Dios está resguardándonos, tenemos que mantener intacta nuestra relación con él. Sansón se confió en que siempre Dios lo había ayudado y que esta vez sería más de lo mismo. Por eso no cultivó una relación con Él, lo que a la larga determinó su caída.

En la práctica: La vida victoriosa del creyente se nutre de la relación que éste tenga con Dios. ¿Qué cosas te hacen pensar que Dios te va ayudar en tus luchas diarias?