Devocional Diario: Más que mera preocupación II


Neh 1.1-11

Existe una gran diferencia entre la lástima y la misericordia. La primera conmueve el corazón, intranquiliza el alma, pero es esencialmente negativa, ya que no es una acción, sino un sentimiento, una sensación. La misericordia va mucho más allá, ya que no sólo contempla la situación lastimosa del que sufre, sino que evalúa la forma en que esa situación puede resolverse, siendo el agente mismo para la resolución de esa situación la persona que observó el dolor del otro. Para ser más claro, si Dios nos hubiera tenido lástima, hubiera exclamado “¡Pobres, miren su condición!” sólo para darse vuelta y seguir su camino, mientras nosotros seguíamos rumbo a la destrucción. Pero al tener misericordia de nosotros, él no sólo vio y lamentó nuestra condición sino que él mismo hizo lo necesario para solucionar nuestra situación al enviar a su Hijo para que muriera en nuestro lugar. Eso es misericordia.

Ahora bien, ya aclaramos anteriormente que hay situaciones y problemas de hermanos que nosotros no podemos solucionar, pero ¿cómo actuamos cuando tenemos la posibilidad de hacer algo por el otro? ¿Tenemos lástima o somos misericordiosos?
Nehemías fue misericordioso, lo que se ve en que no sólo se entristeció por el dolor de sus hermanos, sino que fue más allá. Por empezar, se puso a si mismo como representante del pueblo (1.6-9) Él no era el que estaba pasando por esa necesidad, pero, al enterarse que sus hermanos estaban en tal situación, se identificó con ellos en su dolor y aún en su pecado. Como se dice en fútbol “se puso el equipo al hombro”

Y esto fue sólo el comienzo, ya que luego (1.11) se decide hacer algo él mismo. Insisto, él no estaba pasando por la situación desesperada de sus hermanos, pero para él, que sus hermanos sufrieran era como sufrir él mismo. Se propuso ser parte de la solución, aún a riesgo de perder su buen vivir y su comodidad.

En la práctica: Pensá en algún hermano en dolor y pregúntate ¿qué puedo hacer para ayudarlo? A veces basta con que muestres interés por su situación. Un mensaje de texto, un e-mail o una llamada de tu parte pueden hacer una gran diferencia.