Devocional Diario: Oración contestada


Hch 7.60

“En aquel día no me preguntarán nada. En serio les digo que todo cuanto le pidan al Padre en mi nombre, se los dará” (Jn 16.23) “Esto es bueno y agradable delante de Dios, nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Ti 2.3, 4)

Terminemos esta semana examinado lo que fue la última acción ministerial de Esteban: su oración por los que lo estaban matando.

El cristiano fue llamado para bendecir a todos los hombres, cada uno de nosotros, de acuerdo a nuestras posibilidades, tenemos que transmitir a los demás, la bendición que Cristo nos dio con su muerte y resurrección. Es nuestra principal tarea, más allá de lo importante que pueda ser tu trabajo “secular” o tu ministerio en la iglesia. Todo eso no sirve de nada si no te dedicás con todas tus ganas a la tarea de ser de bendición a los demás. Podemos poner miles de excusas para evitar esta carga, pero lo cierto es que si estás en esta tierra, es para ser transmisor de bendiciones.

Esteban le podría haber dicho al Señor que estaba observando desde el cielo: “Si Señor, sé que fui salvado para transmitir bendición, pero ahora no puedo, me están matando a piedrazos”. Es una mejor excusa que cualquiera de las que día tras día le ponemos al Señor para no hacer lo que tenemos que hacer.

Pero no, Esteban, no puso excusas y con lo último que le quedaba de fuerzas elevó al cielo una oración a favor de sus verdugos. Una oración que fue escuchada en el cielo y contestada, pues entre los beneficiarios de esta simple acción estaba el que el Señor escogió para ser el apóstol de los gentiles: el apóstol Pablo (7.58, 60; 9.1-6)
Una oración, tan sólo esa acción de tu parte es lo que puede abrir las puertas del cielo a otras personas que también necesitan de Dios.

En la práctica: si sos hijo de Dios, tu principal ocupación debiera ser el hacer el trabajo para el que fuiste salvado ¿Qué pasos podés dar para ser un testigo fiel ante los que te rodean todos los días?